El autor escribe en un hebreo de gramática torpe, si es que Sm y Re han de servir de modelo. Es llamativo el recurso continuo a la particular le-; la traducción española suaviza el original. El vocabulario se distingue por palabras nuevas, o por significados nuevos o por la frecuencia de su uso. El estilo narrativo queda muy lejos de los magistrales relatos de Sm y Re. Cultiva de modo aceptable el estilo oratorio y en las plegarias propias imita los salmos con escaso aliento poético.
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