Recomendaciones para la construcción del templo
281David reunió en Jerusalén a todas las autoridades de Israel: a los jefes de las tribus y de las divisiones al servicio del rey, a los generales y oficiales, a los superintendentes de la hacienda y de la ganadería real, a los cortesanos, a los campeones y a todos los hombres más capaces. 2El rey David se puso en pie y dijo:
-Hermanos míos, pueblo mío; escuchadme. Yo tenía pensado construir un templo para descanso del arca de la alianza del Señor y como estrado de los pues de nuestro Dios. Realicé los preparativos para la construcción, 3pero Dios me dijo: <<Tú no edificarás un templo en mi honor porque te has pasado la vida guerreando y has derramado mucha sangre>>. 4El Señor, Dios de Israel, me había elegido entre toda mi familia para ser rey vitalicio de Israel. En efecto, escogió a Judá como tribu capitana, dentro de Judá a mi familia y entre mis hermanos se fijó en mí para hacerme rey de todo Israel. 5Y entre los muchos hijos que me dio el Señor, eligió a mi hijo Salomón para que ocupe el trono real del Señor en Israel. 6Y medijo: <<Tu hijo Salomón será quien edifique mi templo y mis atrios, porque lo he escogido como hijo y seré un padre para él. 7Si se esfuerza por cumplir mis preceptos y decretos, como ahora hace, consolidaré su reino para siempre>>. 8Por tanto, en presencia de todo Israel, comunidad del Señor, y poniendo por testigo a nuestro Dios, os digo: Observad y estudiad todos los preceptos del Señor, vuestro Dios; así poseeréis este magnífico país y se lo legaréis a vuestros descendientes para siempre. 9Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre y sírvele de todo corazón, con generosidad de espíritu, que el Señor escruta los corazones y penetra todas las intenciones. Si lo buscas, se dejará encontrar; si lo abandonas, te rechazará definitivamente. 10Mira, el Señor te ha elegido para construir un santuario. Ánimo, manos a la obra.
11David entregó a su hijo Salomón los planos del atrio y del templo, de los almacenes, las habitaciones superiores, las naves interiores y la cámara del propiciatorio. 12También el proyecto que había concebido sobre los atrios del templo y las habitaciones circundantes para el tesoro del templo de Dios, para los dones votivos, 13para las clases sacerdotales y levíticas, para los diversos servicios del culto del templo y para los objetos sagrados del mismo. 14Le indicó la cantidad de oro que debía tener los objetos de oro según sus funciones y la cantidad de plata que debían tener los objetos según la suyas; 15el peso de los candelabros de oro con sus lámparas y el de los de plata con las suyas, según el uso de los diversos candelabros; 16la cantidad de oro de cada una de las mesas de los panes presentados y la de plata de las mesas de plata; 17el oro de ley de los trinchantes, aspersorios y copas, la cantidad de oro y plata de las tazas respectivas. 18El oro refinado del altar del incienso y el proyecto del carro de los querubines de oro, que cubren con sus alas el arca de la alianza del Señor. 19Todo esto se hallaba en un escrito que el Señor le había consignado, explicando la fabricación del modelo.
20David añadió a su hijo Salomón:
-Ánimo, sé valiente; pon manos a la obra. No te asustes ni te acobardes, que el Señor Dios, mi Dios, está contigo. No te dejará ni te abandonará hasta que remates todas las obras del servicio del templo. 21Están a tu disposición las clases sacerdotales y levíticas que se encuentran al servicio del templo de Dios, y además de las autoridades y del pueblo, que están plenamente a tus órdenes, también te ayudarán en esta tarea muchos profesionales que se ofrecerán voluntariamente.
Explicación.
28,1 Empalmamos con 23,3, después de la larga inserción. El verso recoge varios de los grupos descritos, que han de asistir al acto formal de la sucesión. Tenemos aquí un buen ejemplo del estilo oratorio del autor.
28,2 El templo tiene una dimensión histórica: es término de las andanzas por el desierto, lugar de descanso del Señor en medio de su pueblo; tiene además una dimensión cósmica: es apenas un estrado donde apoya los pies en la tierra el Señor entronizado en el cielo. Representa una presencia y un desborde.
28,3 El pasado belicoso pesa demasiado cuando se ha de construir un templo bajo el signo del descanso y de la estabilidad cósmica. La expresión "derramar sangre" significa normalmente cometer homicidio: ¿Alude el autor sutilmente al asesinato de Urías? (Véase 22,8).
28,4-5 A un par de frases reduce el autor las dramáticas incidencias de la sucesión, que ocupan en el modelo de 2 Sm 13 a 1 Re 2.
28,6 Según 2 Sm 7,14 y Sal 89,27-28.
28,7 Esta condición parece insinuar el final desgraciado de Salomón y también puede incluir retrospectivamente el destierro. Esta condición inicial justifica los hechos trágicos que todos conocen.
28,8 El discurso sobre la sucesión y la construcción del templo desemboca en una exhortación de sabor deuteronómico. Así resulta que el templo no es sólo un lugar para el ejercicio del culto, sino que actualiza las exigencias morales del Señor. Se insinúa apenas lo que con tanta fuerza había predicado Jeremías (Jr 7 y 26). Además, el templo queda ligado a la tierra prometida y entregada bajo condiciones; de nuevo podemos escuchar una alusión al destierro.
28,9-10 La exhortación es muy rítmica. Otra vez se juega con el nombre de Salomón (beleb shalem). También vemos que la elección no es privilegio, sino misión. Para realizarla debe conjugar el sucesor la actitud interna y la acción externa.
28,11-19 Según las antiguas creencias, la divinidad entrega los planos o el modelo del templo que se ha de edificar; el templo terrestre ha de ser imagen del celeste, que Dios solo conoce y puede revelar. En este sentido, la estructura del templo es una especie de revelación. El Señor entrega el plano dibujado a David (v. 19) y también le da una inspiración interior sobre el modelo (v. 12).
Esta idea de la revelación minuciosa de Dios preside los capítulos 25-30 del Éxodo y 40-46 de Ezequiel; el término técnico tabnit se lee en Éx 25,9.40.
28,14 En esta actividad el David del Cronista suplanta al Moisés del Éxodo.
28,20-21 Otra vez resuena la exhortación de Moisés a Josué (Jos 1,9). Salomón puede confiar en la asistencia de Dios y en la colaboración humana, obligada o espontánea. El rey tendrá la virtud y el encargo de movilizar las fuerzas del pueblo para la gigantesca tarea.
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