domingo, 10 de noviembre de 2019

1 CRÓNICAS. CAPÍTULO XXII.

Preparativos para la construcción del templo.

221Dijo David:
-Aquí se alzará el templo del Señor Dios y el altar de los holocaustos de Israel.
2Luego mandó reunir a los extranjeros que residían en tierra de Israel y los hizo canteros para labrar sillares con los que construir el templo de Dios. 3Reunió también gran cantidad de hierro para hacer clavos y grapas para las puertas, y un montón enorme de bronce 4y una cantidad incalculable de madera de cedro que los sidonios y tirios le traían en abundancia. 5David pensó: <<Salomón, mi hijo, es todavía joven y débil. Y el templo que hay que construir al Señor debe ser grandioso, para que su fama y gloria se extienda por todos los países. Voy a comenzar los preparativos>>. Y así lo hizo generosamente antes de morir. 6Luego llamó a su hijo Salomón y le mandó construir un templo al Señor, Dios de Israel, 7diciéndole:
-Hijo mío, yo tenía pensado edificar un templo en honor del Señor, mi Dios. 8Pero él me dijo: <<Has derramado mucha sangre y has combatido en grandes batallas. No edificarás un templo en mi honor porque has derramado mucha sangre en mi presencia. 9Pero tendrás un hijo que será un hombre pacífico y le haré vivir enpaz con todos los enemigos de alrededor. Su nombre será Salomón, y en sus días concederé paz y tranquilidad a Israel. 10Él edificará un templo en mi honor; será para mí un hijo, yo seré para él un padre, y consolidaré por siempre su trono real en Israel>>. 11Hijo mío, que el Señor esté contigo y te ayude a construir un templo al Señor, tu Dios, según sus designios sobre ti. 12Basta que el Señor te conceda prudencia e inteligencia para gobernar a Israel, cumpliendo la Ley del Señor, tu Dios. 13Tu éxito depende de que pongas por obra los mandatos y preceptos que el Señor mandó a Israel por medio de Moisés. ¡Ánimo, sé valiente! 14¡No te asustes ni te acobardes! Mira, con grandes sacrificios he ido reuniendo para el templo del Señor treinta y cuatro mil toneladas de oro, trescientas cuarenta mil toneladas de plata, bronce y hierro en cantidad incalculable; además, madera y piedra. 15Tú añadirás aún más. Dispones también de gran cantidad de artesanos: canteros, albañiles, carpinteros y obreros de todas las especialidades. 16Hay oro, plata, bronce yhierro de sobra. Pon manos a la obra y que el Señor te acompañe.
17David ordenó que todas las autoridades de Israel ayudasen a su hijo Salomón. Les dijo:
18-El Señor, vuestro Dios, está con vosotros y os ha dado paz en las fronteras después de poner en mis manos a los habitantes de esta tierra, que ahora se halla sometida al Señor y a su pueblo.
19Ahora, en cuerpo y alma, a servir al Señor y a construir un santuario, para colocar el arca de la alianza del Señor y los objetos sagrados en ese templo construido en honor del Señor.

Explicación.

22,1 Es la conclusión del episodio. Las palabras de David están modeladas según las de Jacob en Betel (Gn 28,17), y así resultan una afirmación polémica: no en Betel, sino en Jerusalén se encuentra el santuario elegido por Dios. David empalma con el padre de las doce tribus, no para continuar simplemente, sino para inaugurar una etapa histórica; como el lugar sagrado de Betel tiraba de Jacob peregrino en tierra extranjera, así ahora el nuevo lugar sagrado será el centro de gravedad de la dinastía y del pueblo.

Puede compararse esta intercesión de David con la de Moisés en Nm 11,1-3 y especialmente con la expiación de Aarón en Nm 17,6-15; episodios del desierto que no dejan huella local.

22,29 El relato de la sucesión de David está repartido en dos piezas, que enmarcan la exposición sobre el personal del templo: 22,2-23.2 / 23.3-27,34 / 28-29. El autor abandona totalmente su modelo para escribir por cuenta propia. El relato de la sucesión está constituido en su mayor parte por discursos de David:

a) David habla a su hijo Salomón refiriendo el oráculo de Dios sobre la construcción del templo (22,6-16);

b) Discurso de las autoridades, solicitando cooperación (22,18-19);

c) Discurso de las autoridades, refiriendo el oráculo de Dios (28,2-8);

d) Consejos a Salomón, con entrega de planos e informes (28,9-21);

e) Discurso a la asamblea, invitando a una nueva colecta (29,1-5);

f) Plegaria pública de David coreada por la asamblea (29,10-20).

El narrador no tiene miedo a repetir machacando su idea; es también como si le costase desprenderse del héroe y dejarlo morir en paz. Hemos visto el carácter un poco "patriarcal" de David: eso justifica sus palabras testamentarias, dirigidas a Salomón y a los contemporáneos de David; pero que el autor dirige, con la autoridad "patriarcal" de David, a sus contemporáneos.

22,2-4 EL rey no recluta obreros nativos, como sucede en 1 Re 5, 27-32. El acopio comienza por los materiales más bastos de la construcción, en el orden piedra-hierro-bronce-madera.

22,5 A partir de este verso se van a repetir con insistencia las tres palabras del tema: construir, templo (= casa), nombre. La aliteración de ocho palabras comenzadas con la partícula le- creo que se debe más a torpeza que a maestría estilística del autor; la frase tiene un énfasis pesado, distinto del énfasis retórico del Deuteronomio.

22,6-16 De las últimas palabras de David a Salomón que se leen en 1 Re 2,1-9, el autor recoge sólo una frase de aliento y la invitación a respetar los mandatos del Señor; se salta todas las instrucciones de venganza política, porque en la narración del Cronista David no ha tenido adversarios de quien vengarse.

Otros datos están inspirados en el discurso de Natán (2 Sm 7) y en la carta de Salomón a Jirán de Tiro (1 Re 5,17-19).

El discurso está construido sobre la oposición guerra-paz, David-Salomón. El derramamiento de sangre, aun en guerra legítima, incapacita para construir un templo; tiene algo de contaminación que aleja del culto. ¿Por qué? El Dios de los Ejércitos (estelares), el Dios de las batallas, ¿por qué se distancia ahora del guerrero? Quizá subsiste un parentesco entre los sacrificios humanos y la guerra, aun legítima. Hay que notar la frase "has derramado a tierra mucha sangre en mi presencia"; si la sangre del homicidio clama al cielo desde la tierra, parece somo si la sangre de la batalla estuviera en presencia del Señor. Sangre de animales, no de hombres, aceptará el Señor. También podría significar que el templo inaugura una etapa de paz y descanso y que por eso ha de ser construido bajo el signo de la paz.

Ahora bien, Salomón lleva en su nombre ese signo (v. 9), es como el sello de que Dios concede la paz a su pueblo después de las tormentas (véase Sal 29). Basta que el sucesor cumpla todos los mandatos del Señor para asegurar la bendición de la paz. Así entra en el discurso una referencia a la Ley de Moisés, que equivale a una alusión implícita a la alianza sinaítica. Más aún, las palabras de aliento del v. 13 son un eco de la recomendación de Moisés a su sucesor Josué (Jos 1,9).

Los títulos del Señor puntúan el proceso: el Dios de Israel (7), mi Dios (7), tu Dios (11-12).

La cantidad de materiales se multiplican fácilmente bajo la pluma del narrador para mayor esplendor de un templo que ya no existe.

22,18-19 A las autoridades toca la prestación personal en las obras, pues servir al Señor consiste ahora en construir su templo. Se repite el tema de la paz, que crea finalmente la situación propicia para la tarea. Ahora el título del Señor es "vuestro Dios", el cual, ya antes de entrar en su morada, "está con" ellos y con Salomón.


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